El cerdo se alimenta del fruto de la encina, la bellota. La alimentación unida a un proceso de elaboración propio es la clave para elaborar jamones y embutidos ibéricos de calidad.
La bellota tiene un alto valor nutritivo con proteínas, carbohidratos y ácido oleico, el ácido graso monoinsaturado más abundante que existe en la naturaleza, lo que conocemos como “grasas saludables”.
Estas grasas proporcionan abundantes beneficios a nuestro organismo, una de ellas es que ayudan a reducir la tasa de lo que llamamos colesterol “malo” y favorece en la creación de colesterol “bueno”.
Las bellotas transfieren estas propiedades a los productos ibéricos y son las responsables de su característico sabor agridulce y su aroma intenso tan singular.
La alimentación del cerdo es la que va a definir la denominación de su raza. Los cerdos son alimentados de pienso hasta que alcanzan los 100 kg, en este momento es cuando decidimos si los llevamos a montanera o no.
Si trasladamos los cerdos montanera, esta será la última fase por la que pasarán para convertirse en cerdos ibéricos a través del engorde tradicional.
Si decidimos seguir criando al cerdo a base de pienso, cereales, hierba y leguminosas, obtendremos cerdos de cebo.